Skip to content

Vida

YoungGabriel

Gabriel Luna de la Fuente

Gabriel Luna de la Fuente nació en el barrio de Tacubaya, en la Ciudad de México, el 19 de marzo de 1909. Hijo del músico Ernesto Luna Rivera – a quien se le atribuye la autoría del vals Perjura (1901), en mancuerna con Miguel Lerdo de Tejada- y de la señora Elena de la Fuente, desde muy joven demostró gusto por escribir versos. En su adolescencia, vendía sus poemas a una fábrica de perfumes la cual los imprimía en una tarjeta, con una rosa y la firma del autor, para integrarlo al empaque; un rasgo de época que agregaba encanto a la adquisición de la fragancia.

Posteriormente a esas primeras incursiones en la creación literaria estudió Contaduría y Comercio, que nunca identificó como su vocación y, finalmente, en 1928 comenzó a perfilar su carrera musical. En ese año, el maestro Miguel Lerdo de Tejada, reconocido músico y pianista, lo invita a trabajar como su secretario en la Orquesta Típica del la Ciudad de México.

Con Lerdo de Tejada colabora doce años, durante los cuales además estudia guitarra con el maestro Andrés Castillo. Parte importante de esta experiencia fueron los numerosos viajes que realizó por Latinoamérica con la Orquesta Típica, lo que le inspira para escribir los poemas “Canto a Chile”, “Canto a Guatemala”, y “Canto a América”, expresión de sus vivencias de ese tiempo. 

 
En 1936 se casó con la señora Imelda Nájera con la que procreó 7 hijos: Gabriel, Esperanza, Eduardo, Alejandro, Virginia, Imelda y Federico.
En ese año escribe Duerme, con la música de Miguel Prado, considerada una joya musical de la lírica mexicana, y marca el inicio de su reconocida carrera como letrista.
 

Hacia 1937 formó el Trío Chachalacas con Paco Corte y Humberto Betancourt, en el seno de la Orquesta Típica. El trío interpretaba sones huastecos, canciones rancheras y piezas originales y participó en varias películas mexicanas como Al son de la marimba (1941), dirigida por Juan Bustillo Oro y El último chinaco (1948), dirigida por Raúl de Anda, entre otras; asimismo, viajó al sur de Estados Unidos, a California y Texas, para ofrecer diversas presentaciones.

Por esos años, con el trío, Luna de la Fuente tuvo un programa de radio en la emisora XEB, de la Ciudad de México, con lo que ganó presencia en el panorama musical de todo el país. La radio, el medio omnipresente de moda, se encargó de llevar sus canciones a los ámbitos rurales y urbanos por igual.

musicos

Es a partir de 1942 cuando el maestro Luna de la Fuente se dedica de lleno a la composición. De esa época son canciones como Te debes ir, No es el momento y Te hago falta, que estrena y graba Martha Catalina; Olvidarte no puedo, que graban las Hermanas Águila y Ay, mi vida, que graban La Sonora Matancera y el trío Los Panchos.

En 1947 escribe “De qué me sirve”, mejor conocida como Corazón de roca, grabada inicialmente por el trío Los Tecolines y luego por Toña la Negra, una pieza que marcó época y que a lo largo de los años ha sido interpretada por innumerables agrupaciones profesionales y amateurs. Con el tiempo, Corazón de roca se ha convertido en una referencia insoslayable del cancionero popular mexicano al punto que, dado su éxito, no resultan extraños los intentos por adjudicarse la autoría.

A mediados de los años cuarenta su carrera como letrista empieza a despegar y Luna de la Fuente hace mancuerna con algunos de los mejores músicos de la época creando éxitos que han dado la vuelta al mundo, que viven en la memoria de varias generaciones y aún ahora se siguen cantando y grabando.

Algunas de sus obras más conocidas y reconocidas en coautoría son Amor y olvido (1946) con música de Salvador Rangel; Somos diferentes (1947) -cuyos derechos pertenecen a Pablo Beltrán Ruiz; Es por demás (1948) e Inevitablemente (1948), en colaboración con Gonzalo Curiel y Nuestra desgracia (1948) y Amor quedito (1948), con la música de Chucho Palacios.

TrioChachalacas

Menos conocidas, pero igualmente con gran altura lírica, son las composiciones O te quedas o te vas, Perdona el cortón y Bon soir madame, todas con la música de Antonio Escobar. Caso interesante es el de Bon soir madame que fue popularizada por la voz de Marilú, La muñequita que canta quien la interpretaba diariamente como parte de la festiva rúbrica del programa radiofónico La hora Bon soir.

En esta época, prolífica en canciones románticas, hacia 1947, 48 el compositor tuvo su propio programa de radio llamado El estudio de Gabriel Luna de la Fuente, acompañado por la cantante Martha Catalina, en la emisora XEX, en la Ciudad de México. En este programa el Maestro presentaba sus nuevas composiciones y poemas que a través de las ondas hertzianas se dispersaron por el territorio nacional. Este programa fue parte de lo que se conoce como Época de oro de la radio mexicana en la cual el medio se estableció como el referente principal de la contemporaneidad, estilo, valores y educación emocional de entonces.

A partir de 1949 se multiplican las obras de la autoría del Maestro, muchas de ellas emblemáticas como Despierta, Un minuto, Condición, Noches de Mazatlán, Grito prisionero (cantada por Pedro Infante en Escuela de vagabundos (1955), Tatuaje, Loca obsesión, Hablemos claro y Yo he nacido mexicano, compuestas junto con Gabriel Ruiz. 

Una de sus colaboraciones más famosas de este periodo se titula Esta noche corazón, realizada con Chucho Rodríguez, la cual fue grabada por Benny Moré y Lalo Montané, conocidos como el Dueto Fantasma. Muchas de las canciones creadas por Luna de la Fuente en estos años alcanzaron los primeros lugares de popularidad en el México de entonces y contribuyeron a delinear los rasgos de la musicalidad y del imaginario sonoro de nuestro país. Decir que las cantaba todo México no resulta exagerado en una época en que la música era el soporte.

En 1951 el maestro Luna de la Fuente estrenó Qué te pedí, con la música de Fernando Mulens. Escrita originalmente para la interpretación de la espléndida cantante María Luisa Landín, esta obra ha recorrido un camino que llega a nuestros días y que le otorga un alto valor cultural.

Hecha propia por voces de mujeres, principalmente, Qué te pedí también fue interpretada por Rosita Fornés, en 1960. La versión de 1965 de la cantante cubana La Lupe se recuerda por su gran altura interpretativa y por ser el impulso para las versiones que llegan hasta el Siglo XXI. Publicada en varios países esta composición logró una y otra vez el primer lugar de popularidad y es considerada uno de los mejores boleros de toda la historia.

Entre otras interpretaciones que hacen de Qué te pedí un icono cultural de la música en español está una nueva versión de La Lupe con Tito Puente en 1983; Los Hermanos Castro (1969), Maridalia Hernández (1993), La India (1999) y Omara Portuondo y Chucho Valdés (1997).

ElEstudioDeGabrielLuna
Gabriel caminando en 5 de mayo

Asimismo, en 2020 la grabó Kali Uchis de Colombia y Mariaca Semprún en Venezuela y su disco Homenaje a la Lupe ganó el Grammy de ese año al mejor diseño de portada; a finales del mismo año, la grabó igualmente Devorah Sasha, en Venezuela.

Qué te pedí, aparece también en el cine. En 2001, el director cubano Juan Carlos Cremata la incluye en su película Nada y el filme Cheila, una casa pa’ Maita (2009), del realizador venezolano Eduardo Barberena, también la incorpora en su desarrollo.

En 1953, Gabriel Luna de la Fuente escribió la que probablemente fue su última letra: Ya sabrás, con música de Rafael Caraveo, grabada por Los Tres Ases, una colaboración que aún espera el reconocimiento que merece y que indudablemente está a la altura de las mejores letras del Maestro.  

Su trabajo en favor de los Derechos de Autor

En la época de Luna de la Fuente, al difundir las canciones en los medios o mencionarlas en presentaciones y eventos, regularmente sólo se daba la referencia de quien componía la música y se omitía el nombre de quien creaba la letra.

Ante esto, el compositor inició una labor pionera y fundamental en favor de los derechos de autor de letristas. Las bases y el planteamiento de su trabajo en esta área quedaron escritos en una ponencia que presentó en el 1er Congreso de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), en 1953, donde expresa la necesidad de dar el crédito y la remuneración debidos a los autores de las letras a la par que a los compositores de la música, ya que en muchas ocasiones, estas letras en la voz de artistas con reconocimiento eran las que colocaban las canciones en el gusto del público consiguiendo la fama.

Entre las muchas y valiosas voces que llevaron las letras de Gabriel Luna de la Fuente al éxito, y que al mismo tiempo fueron identificadas con ellas, están Pedro Infante, Luis Aguilar, Jorge Negrete, María Luisa Landín, Martha Catalina, Toña la Negra, Pedro Vargas, Los Tres Diamantes, Antonio Aguilar, Javier Solís, Vicente Fernández, La Lupe, por mencionar algunos.

Gabriel LDLF 2

El Maestro fue siempre un joven compositor ya que su vida terminó a los 45 años debido a un tumor cerebral. En 1954, el año de su muerte, tenía un futuro prometedor: su creatividad no dejaba de producir, sus canciones estaban siendo éxitos en la radio -el espacio indispensable de difusión de la música- y estaba comprometido con defender su obra y la de sus colegas compositores cuando se encontró con la muerte que cortó de tajo una obra que ha enriquecido no sólo la música, sino la poesía popular de la lengua española y que se ha colocado como herencia cultural de México que se transmite y valora de generación en generación.
Irónicamente, al tiempo que se le reconoce como un promotor de los derechos de autor -con una perspectiva ética de vanguardia en su época- al sobrevenir la muerte su obra quedó como un arca abierta a merced de compositores con quienes colaboró.

Derivado también de su muerte prematura, los datos de su origen -hay quienes lo creen puertorriqueño-, y del origen de su obra, se omiten o tergiversan con frecuencia. Sin embargo, sus canciones continúan su vida creativa en voces de profesionales, jóvenes o experimentados, con nuevos arreglos e interpretaciones contemporáneas y, por supuesto, en las tertulias y reuniones de familias y amigos que han asumido sus canciones como parte de su patrimonio emocional, creativo e identitario. Los restos del maestro Gabriel Luna de la Fuente descansan en el Panteón Jardín, de la Ciudad de México, junto a la tumba de Jorge Negrete.